Hace más de un mes inauguré este blog. En el mismo, prometí que iba a esforzarme por estar a la última, actualizarme y, si los usuarios quieren y la red lo permite, que de este blog puedan aprender todos aquellos que hoy están tan despistados como yo.
En esa búsqueda de "lo que está pasando" llego a twitter, el verdadero culpable de que no haya vuelto a escribir ni un solo post desde hace un mes, y no porque haya estado twiteando sin descanso, que me lo pienso mucho antes de subir algo, sino porque he estado como un mono con un móvil, dándole vueltas al invento, analizandolo cuidadosamente, mirándolo por todos los lados... en fin, haciendome mi propia idea del chisme. Y ahí va mi veredicto: ¡me encanta! Como a la gran mayoría de los que lo prueban, como demuestra el gráfico que tiene territorio creativo en facebook
Me encanta porque me ayuda a aprender y a mejorar. Creo que es un sitio para escuchar (bueno, como la mayoría de ocasiones en la vida) y hablar sólo cuando tienes algo que decir.
Lo primero que he aprendido es que hay que seleccionar muy bien a quien sigues y que, como norma general, debemos evitar seguir a los grandes gurús. Mi experiencia es que no aportan apenas nada. Lo mejor es aplicar el concepto puro de red social (los amigos de mis amigos son mis amigos) y empezar a explorar los seguidores y seguidos de tus contactos. Empezar a seguir sólo a aquellos que de verdad aportan algo, que los hay y muchos y a estas alturas tengo la sensación de que tengo un montón de expertos en mis temas de interés que me mantienen a la última de todo lo que pasa.
La otra vertiente es "los que te siguen". ¡Que gratificante ver cómo van subiendo tus seguidores! unos son amigos tuyos, otros son muy educados y te corresponden cuando les sigues y otros... no tienes ni idea de dónde han salido, pero asumo que les interesará lo que yo diga. ¡y que responsabilidad lo que yo diga! ¡relájate! me dicen mis amigos twitteros expertos que twitean: "comiendo cocochas en San Ceferino" pero la verdad es que a mí me pasa como me pasa siempre en cualquier reunión, que sigo aquella máxima de Groucho Marx: "Sólo hay una cosa peor que permanecer callado y parecer tonto y es abrir la boca y confirmarlo".