Internet, marketing y comunicación


lunes, 20 de junio de 2011

Superficiales e Ilustrados

Hace ya meses que Nicholas Carr publicó "Superficiales. ¿Qué está haciendo Internet con nuestras mentes?" y claro, unos meses, en este frenético mundo, es muchísimo tiempo. Ya estamos a otras cosas y el mensaje, si es que alguna vez caló, ya se nos ha olvidado.

Carr defiende en este libro que el uso de las nuevas tecnologías, en especial de las redes sociales y en particular de twitter, nos convierte en receptores de tantos estímulos de forma constante, que ciertamente nos vemos bombardeados de titulares sin que nunca lleguemos a profundizar en ninguno. Según Carr, cada día nos cuesta más sentarnos, agarrar un libro o, simplemente un artículo y leerlo en profundidad. Probablemente todos estemos más o menos de acuerdo con esta apreciación. A todos los que nos gusta usar twitter nos pasa, recorremos nuestro timeline y vemos tweets y retweets cargados de cabeceras que prometen tener muchísima información y profundidad tras ellas. Algunas personas, probablemente aquellas a las que antes nos gustaba leer tranquilamente, vamos guardando en favoritos todos esos titulares que nos parecen interesantes con intención de leerlos más tarde, pero la realidad es que los vamos acumulando sin que nunca seamos capaces de sacar el tiempo necesario para hacerlo.
Pero si intuitivamente a todos nos parece que esto está pasando, el otro día tuve la constatación de que realmente ocurre y es que tuve un encuentro con un... taxista ilustrado.
El taxista ilustrado es el antagonista del twittero, es ese tipo que, trabajando en un taxi, escucha la radio durante 6, 8 o 9 horas diarias sin ningún tipo de prisa ni distracción. Normalmente tertulias, normalmente políticas. Por eso es imposible discutir con él, de hecho, es incluso muy difícil apoyarle, porque cuando lo haces, basándote en algún titular que a tí te suena haber leído, él te lo rebate para, a renglón seguido, darte la razón, eso sí, basándose en un análisis profundo del mismo tema con menciones a los orígenes del problema, los currículums de los que en su momento los solucionaron y las actuaciones, poco conocidas, de todos los implicados. Lo que es un documentalista “extremo”, vaya.
El taxista ilustrado tiene, sin embargo, una característica en común con el “twittero” descrito por Carr. Una característica que, a mi juicio, es mucho más preocupante que la falta de profundidad en los temas y que yo también achacaba a las nuevas tecnologías, pero que, después de hablar con el taxista ilustrado, o es una característica de “los tiempos que corren” o simplemente es inherente al ser humano: la falta de espíritu crítico. La ausencia total de preguntas. El repetir o retuitear o reproducir lo que otro nos dice, probablemente repitiendo, retuiteando o reproduciendo lo que él mismo ha oído. ¿Saben aquella regla que dice que de cada 100 personas que hay en la red, 90 sólo leen, 9 comentan y sólo una crea contenido? Pues me da la sensación de que, lo que sí que permite twitter, es que crezca el segmento medio y quizás, con el tiempo, la pirámide se acabe invirtiendo y sea uno el que cree, 90 los que “aireen” el contenido y 9 los que lean.



Así, quizás, todos nos sintamos contribuidores natos, como se sentía, sin ninguna duda, mi taxista ilustrado

Eduardo Vázquez

jueves, 9 de junio de 2011

Los móviles y la movilidad

Desde el punto de vista del marketing y la publicidad, el móvil, en los últimos años, ha sido la “eterna promesa”. Sin embargo, últimamente no recibo más que estudios que constatan la importancia que estos dispositivos han adquirido en nuestras vidas. La evolución de las aplicaciones para móviles y su democratización gracias a Android, el imparable crecimiento del parque de Smartphones, el NFC y los pagos por el móvil cada vez más cerca, hacen que este mercado parezca, por fin, muy cerca de eclosionar.


Para intentar reforzar ese mensaje, los expertos añaden una variable más: No hablan de móviles, hablan de movilidad. Porque la movilidad les permite añadir a todos los factores anteriormente mencionados uno más: la cantidad de dispositivos móviles, algunos ya obsoletos casi antes de nacer como los notebooks y otros de máxima actualidad y estrellas absolutas de los catálogos de las marcas que representan, como los tablets.

¿Entonces de qué hablamos? ¿De móviles o de movilidad?

Algunos estudios, como el de Nielsen, cuya gráfica ilustra este post afirman que los dispositivos tipo tablets se usan, principalmente, en situaciones de no movilidad: en la cama, para navegar antes de dormir; en el sillón, con la televisión encendida delante; en el baño, etc,


En todas las situaciones descritas anteriormente lo importante no es la movilidad en sí misma, sino la comodidad del propio dispositivo y la posibilidad de poder desplazarse por la casa con él. Movilidad implica… eso, la posibilidad de actuar con el dispositivo en el metro o el autobús, en la cola del banco, en el supermercado mientras empujamos el carrito o en la reunión del colegio de los niños mientras esperamos a que venga el profesor.
El estudio sobre movilidad que TNS acaba de publicar: http://discovermobilelife.com// nos ayuda a entenderlo mejor, sobre todo al poder comparar entre países. El gráfico (por cierto maravillosamente diseñado) permite comparar el uso de los dispositivos móviles a lo largo del día, permitiéndonos descubrir ciertas diferencias entre países. Mientras que en España el uso del móvil tiene un pico por la mañana durante los desplazamientos al trabajo (y esto es mucho más exagerado, por ejemplo en el caso de Hong Kong) otros países, como UK o Estados Unidos parecen no darle tanta importancia a la movilidad del dispositivo y sí al dispositivo en sí mismo, ya que lo usan habitualmente y de forma constante a lo largo de todo el día.

¿Y qué ocurrirá en unos años en España? ¿Nuestros hábitos tenderán a equipararse con los de americanos y británicos como tendemos a pensar habitualmente? ¿ Tenderemos a ser más parecidos a los japoneses, el mercado más evolucionado en “mobile”? ¿o simplemente, en esto como en tantas cosas Spain is different… again?

Eduardo Vázquez